Más allá de la estética de la sonrisa, -a pesar de que sea un punto muy importante para muchas personas- no corregir una maloclusión puede conllevar una serie de consecuencias que pueden afectarnos negativamente en diferentes aspectos de nuestra vida.

Pero antes de ver las consecuencias, vamos a buscar el origen del problema. ¿Cuáles son las causas que provocan la necesidad de llevar ortodoncia?

Se pueden clasificar en 3 causas principales:

  • Causas de origen esquelético: se suelen deber a un crecimiento anormal de las estructuras óseas y pueden dar lugar a problemáticas como el paladar estrecho, la mordida cruzada o la maloclusión de clase III (la mandíbula es más grande que el maxilar, de manera que los dientes inferiores quedan por delante de los superiores). Se pueden corregir de manera más sencilla durante la niñez, por lo que conviene visitar a un ortodoncista tan pronto como se detecte el problema.
  • Causas de origen genético: debido a que el componente hereditario estará presente durante toda la vida de la persona, suele tratarse de problemas que requieren de tratamientos bastante complejos y largos.
  • Causas de origen funcional: se deben a hábitos adquiridos durante la infancia, como la deglución atípica (empujar la lengua contra los dientes al tragar), la respiración oral, chuparse el pulgar o el uso excesivo del chupete. Además de corregir las consecuencias dentales que pueden conllevar estos hábitos, requieren de una fase de aprendizaje para no volver a caer en las malas costumbres. De lo contrario, tras someterse al tratamiento ortodóncico, el paciente puede volver a causar los problemas que sufría de origen.

Sea del origen que sea, una maloclusión (una incorrecta oclusión entre el maxilar y la mandíbula), puede conllevar muchas consecuencias -algunas de ellas, bastante graves- que afectan a la cotidianidad de nuestra vida.

Consecuencias de no tratar una maloclusión con ortodoncia

  1. Problemas digestivos: al no existir una adecuada oclusión entre el maxilar y la mandíbula, no habrá una correcta masticación de los alimentos, provocando problemas digestivos; esto ocurrirá debido a que el estómago tendrá que trabajar más para digerir la comida que no está correctamente triturada.
  2. Bruxismo: otra de las consecuencias de la maloclusión es el rechinamiento o apretamiento involuntario de los dientes, principalmente por la noche. Es lo que conocemos como bruxismo. Y cuando no se toman las medidas adecuadas para evitarlo, provoca el desgaste y microrroturas en los dientes.
  3. Caries: cuando existe apiñamiento dental, es decir, cuando los dientes no están correctamente alineados, es más difícil eliminar los restos de comida durante el cepillado, de manera que hay más probabilidades de que se produzcan caries.
  4. Enfermedades periodontales: del mismo modo que en el caso de las caries, el acúmulo de sarro por una higiene dificultosa -debido al apiñamiento- puede provocar enfermedades de las encías como la gingivitis o, en su estadio más grave, periodontitis. Si el problema no se resuelve a tiempo, las bacterias presentes en el sarro irán desgastando el hueso que sirve de sustento de los dientes, poniendo en riesgo la supervivencia de esas piezas dentales.
  5. Problemas de ATM: cuando no existe una correcta oclusión entre el maxilar y la mandíbula, la articulación encargada de unirlos (la articulación temporomandibular) sufre más de lo habitual. Es por eso, que en estos casos es normal que surjan dolores locales, artrósicos y/o masticatorios.
  6. Mayor probabilidad de sufrir traumatismos: en determinados casos como en una protrusión de los incisivos superiores, es decir, cuando los incisivos sobresalen más de lo habitual, es más probable que puedan producirse traumatismos que pongan en riesgo esas piezas dentales.
  7. Problemas respiratorios: en casos de maloclusiones esqueléticas graves, cuando existen modificaciones en la posición o tamaño del maxilar y/o mandíbula, pueden producirse problemas respiratorios, especialmente durante la noche: apneas, ronquidos… Del mismo modo, un maxilar superior más grande de lo habitual puede hacer que un paciente no pueda cerrar la boca sin esfuerzo, de manera que favorece la respiración oral (con sus consiguientes consecuencias).
  8. Problemas en el habla: el tamaño y la posición que adquieran el maxilar y la mandíbula dentro de la boca puede influir en cómo se coloque la lengua a la hora de pronunciar determinadas palabras, por lo tanto, también influirá en el habla si no se pone remedio a esa maloclusión.
  9. Dolores musculares: está demostrado que determinadas maloclusiones o asimetrías de carácter esquelético, pueden influir en el desarrollo de contracturas y dolores musculares. Esto es debido al papel que adquiere la mandíbula en el equilibrio de las cadenas musculares.
  10. Problemas estéticos: en una sociedad en la que el aspecto físico adquiere tanta importancia, la estética de la sonrisa se convierte en una razón de peso para someterse a un tratamiento ortodóncico. Está demostrado que una sonrisa armónica, mejora la seguridad en uno mismo y sube la autoestima de la persona.

Ventajas de un tratamiento precoz

Cualquier maloclusión será más fácil de resolver cuanto antes sea tratada. Es más, es durante la niñez cuando los huesos del maxilar y mandíbula son más moldeables y, por tanto, cualquier problema será más fácil y rápidamente resuelto en esta primera etapa.

Es por eso que recomendamos acudir al ortodoncista a partir de los 6 años de edad; momento en el cual podemos empezar a detectar posibles malos hábitos o un inadecuado crecimiento de las estructuras dentales.

Sin embargo, nunca es tarde para ponerse ortodoncia y mejorar esos problemas que nos impiden llevar una vida mejor; ya sean estéticos, musculares o masticatorios.

Si necesitas una consulta con un ortodoncista, solicita una primera visita con nosotros y te daremos soluciones y plazos de tiempo. Verás cómo tu problema se acerca a su fin.

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