Lo sabemos desde que somos niños: hay que lavarse los dientes tres veces al día.

Sin embargo, a medida que crecemos, cada vez le vamos dando menos importancia a la higiene dental y cada vez nos preocupamos menos por la salud de nuestra boca.

Pero, ¿qué pasa si ese descuido acaba afectando a algo que nos apasiona? ¿qué pasa si nuestro hobby se ve resentido como consecuencia de un mal hábito?

Quizá llegó la hora de retomar las buenas costumbres, ya que, de lo contrario, podrías sufrir algunas de las siguientes consecuencias:

Consecuencias de una mala alimentación

Cuando hablamos de la alimentación de un deportista, y más aún cuando hablamos de un nivel ya profesional, lo primero que se nos viene a la mente es la ingesta de hidratos de carbono: pasta, arroz, barritas energéticas, bebidas azucaradas…

Si a ese tipo de alimentación se le suman largos periodos de entrenamientos donde los restos de comida permanecen durante horas generando bacterias en los dientes, la probabilidad de provocar una infección aumenta exponencialmente.

Y a pesar de que la infección se haya generado en la boca, las bacterias son capaces de utilizar las vías sanguíneas a las que acceden a través de las encías para llegar a otras partes del cuerpo como los músculos o los órganos… Y como consecuencia, se percibirá una bajada del rendimiento físico durante la práctica deportiva.

Mala alimentación -> Infección -> Bajo rendimiento

Consecuencias de una mala mordida

Una mala oclusión de la mordida va mucho más allá de una simple cuestión estética (que también). Ya que la articulación temporomandibular que une la mandíbula con el maxilar, es la encargada de mantener nuestro cuerpo en equilibrio.

Cuando, debido a una mala mordida, se rompe el equilibrio, los músculos de nuestro cuerpo tendrán que compensar ese desequilibrio forzando determinadas posturas.

De ahí surgen las contracturas en cuello y espalda, que pueden desembocar en lesiones que afecten a la práctica deportiva.

Mala mordida -> Contracturas -> Lesiones

Consecuencias de una mala higiene

Ya lo comentábamos en el primer punto. La alimentación del deportista es proclive a generar infecciones y caries. Y si, además, no se compensa ese exceso de azúcares libre con una buena higiene buco-dental (tanto en casa, como una higiene profesional cada 10 meses aproximadamente), el resultado será la aparición de enfermedades de las encías como la gingivitis o la periodontitis.

Este tipo de enfermedades surgen por el acúmulo de bacterias bajo las encías, que hacen que éstas se inflamen y sangren.

Y al igual que en el caso de las infecciones, esas bacterias pueden trasladarse a otras zonas del cuerpo provocando un menor rendimiento e incluso lesiones musculares.

Mala higiene -> Gingivitis -> Lesiones

Consecuencias de una mala protección de los dientes

En la práctica deportiva, especialmente en aquellos deportes que implican algún tipo de contacto, ya sean cuerpo a cuerpo o con objetos externos, los dientes corren peligro de sufrir algún tipo de traumatismo.

Sin la protección necesaria que les brindaría un protector bucal, se puede sufrir desde la rotura parcial de una pieza dental, hasta su pérdida por completo.

Un protector bucal permite que, ante un impacto, las fuerzas del golpe se repartan minimizando así el efecto que provocaría sin dicha protección.

Mala protección -> Impactos -> Rotura o pérdida de dientes

 

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