Todos los padres son conscientes de que conseguir que los niños adquieran el hábito del cepillado es una ardua tarea. Y, sin embargo, no se debe desistir, ya que una higiene dental deficiente puede conllevar que el niño sufra problemas de caries o enfermedades de las encías que le provoquen dolor o consecuencias más graves a un mayor plazo.

Es por ello que la higiene dental debe tratarse (por los padres) desde los primeros meses de vida del bebé y debe extenderse durante toda la vida como un buen hábito que ayude a conservar una sonrisa saludable y bonita.

Así es como debemos actuar en cada etapa de la vida del niño o niña:

De 0 a 6 meses:

El cepillado de los dientes y el masaje de las encías debe comenzar desde el momento del nacimiento como medida preventiva ante la posible aparición de caries.

Entre los 4 y los 6 meses de edad suelen brotar los primeros dientes. Para realizar su limpieza, enrollaremos una gasa en uno de sus dedos y la humedeceremos en agua tibia. Pasaremos con suavidad por toda la superficie de los dientes del bebé.

De 6 a 12 meses:

En esta etapa será conveniente empezar a acudir al Odontopediatra para que éste realice un seguimiento de cómo se desarrollan los dientes de leche y las estructuras bucodentales.

Esto se debe a que existe la falsa creencia de que los dientes de leche no tienen influencia sobre los permanentes. Sin embargo, la pérdida de una pieza dental de leche por culpa de una caries, puede favorecer que las bacterias afecten a piezas ya definitivas, y que incluso haya desajustes en el posicionamiento y alineación de la dentadura definitiva, haciendo indispensables los tratamientos de ortodoncia.

De 12 a 24 meses:

En esta etapa podremos recurrir a un cepillo de cerdas suaves especial para bebés. Cepillaremos los dientes del niño o niña dos veces al día (los mejores momentos son tras el desayuno y antes de acostarse) simplemente con el cepillo humedecido en agua. No será necesario utilizar pasta dentífrica para evitar el riesgo de que se la trague involuntariamente.

Consulta con tu odontopediatra la posibilidad de añadir un suplemento de flúor para reforzar el esmalte (no es necesario en todos los casos).

De los 2 a los 6 años:

El niño deberá empezar a cepillarse solo con un cepillo de cerdas suaves, pero lo hará bajo la supervisión de un adulto. A partir de esta etapa podrá empezar a usar un poco de pasta de dientes con flúor (no se deberá utilizar una cantidad mayor a la del tamaño de un guisante), aunque se le deberá enseñar al niño o niña a no tragársela, ya que tragar demasiada pasta dental con flúor puede provocarle la aparición de manchas blancas en los dientes definitivos.

De los 7 a los 10 años:

Es en este periodo cuando los niños comienzan a perder los primeros dientes de leche y les empiezan a salir los permanentes. Es conveniente que las visitas al dentista empiecen a realizarse cada 6 meses.

Además, se vigilará que el niño no haya adquirido determinados malos hábitos que puedan interferir en un normal crecimiento de las estructuras dentales. Los más comunes son chuparse el dedo o la deglución atípica. Para evitar que este tipo de costumbres se suelen colocar lo que denominamos como aparatos pasivos: rejillas linguales, pantallas orales…

De 8 a 11 años:

Haya o no adquirido malos hábitos, es el momento de comprobar que todo en la boca marcha como debe hacerlo.

Mediante un estudio con radiografías y fotografías, el ortodoncista identificará posibles problemas como el crecimiento anómalo de los huesos de la cara que pueden alterar la posición de los dientes y la masticación, afectar al habla, la respiración y/o la estética de la cara.

Un tratamiento breve y precoz en el momento adecuado puede evitar grandes problemas en el futuro.

De 12 a 14 años:

A partir de los 11 años (cuando los premolares ya han erupcionado) será cuando el ortodoncista se centrará en la correcta alineación de los dientes. El objetivo de este tipo de ortodoncia es doble: lograr una mejor funcionalidad y conseguir una sonrisa armónica, con las mínimas intervenciones. Todo ello actuando en el momento ideal: a los 12 años. Una vez y para siempre.

Higiene ante todo

Ningún tratamiento, ya sea de ortodoncia (interceptiva, de ortodopedia dentomaxilar o correctiva) o de odontología (reconstrucciones, endodoncias, tratamientos estéticos…), será exitoso en una boca con una deficiente higiene, ya que la higiene es la base para tener una buena salud bucodental.

 

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